El circo

O un espacio para historias muy comunes, de todos los días, en día.

May 12, 2016

Metroludismo

En aquellos años, el metro de la línea 7 salía llenísimo desde El Rosario. Casi la totalidad de los viajeros, porque no se nos podía llamar de otra manera, bajábamos en la estación terminal de Barranca del Muerto, luego de cuarenta o cincuenta minutos de trayecto.

Era la línea de segunda, o tercera, a la que iban a dar todos los trenes viejos, de aquellos que se usaron cuando los inicios del Metro. SU vagones tenían la disposción original de tener los asientos enfrentados. O sea, ibas sentado frente a frente compartiendo indiferencia de compartir esta ciudad. A los vagones más nuevos se les pusieron los asientos de tal manera que ahora se viaja dando la espalda a tu conciudadano. Pero, bueno, aquellos de la línea 7 eran lo de irse mirando, estudiando cada pestañazo a falta de periódico para leer.


Recuerdo que una mañana se subieron unos chavitos de secundaria. Irían de pinta, yo creo, porque esos chavos nomás no eran de las caras a las que te vuelve habitual. Su uniformes azules los tengo muy presentes, a pesar de la velocidad con que se colaron al interior en cuanto se abrieron las puertas y se sentaron frente a frente, sin sentir las miradas de encabronamiento de la concurrencia. Y el tren echó a andar, y ellos a jugar. Sí, sacaron una baraja de Uno y empezaron a repartir, partir y discutir. Un hombre que iba parado les dijo que "de perdida pónganle algo pa que valga la pena". Pero ellos lo ignoraron y siguieron con sus manoteos hasta que bajaron en Chapultepec. Miento, en Auditorio Nacional. "Esos de seguro van de pinta al zoológico", mascuyó una señora de mal ver.

El tren siguió su curso, yo me bajé y tomé un camión hacia el Ajusco y el día no pasaría a mayores a mayores, si no fuera porque a la mañana siguiente, el hombre robusto que iba sentado frente a mí extrajo una baraja de su chamarra y me dijo a quemarropa, "¿Jugamos?". Más por respeto que por ganas le dije que sí. "Va conquian de a peso, once para hacer doce", me dijo. Y a conquian de a peso. Ni ganamos, ni perdimos cuando llegamos a la del Muerto. Varias tablas y uno que ganó él y otro, yo. "Como negocio, esto vale madres", pensaba cuando me subí al camión. El hombre, Rodolfo, como supe después, me veía como queriendo seguir el juego, pero dónde, ahí no se podía. No es que me haga el tonto, pero, yo también quería seguirle, pero no.

El fin de semana que siguió fue lento, y el lunes fue como si nos hubiéramos puesto de acuerdo. Ahí estábamos en actitud de complicidad para continuar la partida. Él, por su complexión entró echo un bólido y me apartó el sitio de enfrente. Allá por Refinería, los otros dos que iban a nuestro lado le entraron también a la jugada, sólo que ahora sería de ocho pra hacer nueve. Sobra decir que en cosa de un mes, todos los asientos enfrentados de los vagones eran centros de juego de baraja. El original conquian de Rodolfo y yo pasó a mejor vida en poquísimo tiempo. Era muy lento y cambiamos, muy a nuestro pesar al poquer, con jugadas que no terminaban en empate, y se podía ganar una buena lana en un solo viaje.

Pero la envidia es una de las cosas más cochinas que tiene la envidia humana. No bien supieron qué es lo que pasaba en el metro, los directivos del Metro dijeron que o ellos también jugaban o cerraban el garlito. Hombre, ¿pero qué necesidad tenían estos grandes potentados de andar a las siete de la mañana, bien bañaditos y peinados, con sus trajes hecho a la medida, tan bien presentados, pues, qué hacían ahí apretujándose con toda la plebe que apestaba a sangre, sudor y miados? Claro, el negocio suyo de reventa de refrescos, tacos, papitas y demás golosinas en el interior de los vagones dio un alza que todavía añoramos esos olores de paquetitos de cacahuates recien abiertos, el fuitsshhhh de las coca colas al abrise con sus chispas de ser tomadas. Qué tiempo aquél, sí señor. Pero la pirámide de la envidia es cabrona. El señor C. presidente no podía llegar hasta allá, y dio decreto para que se eliminaran todos los vagones viejos del metro. No disimulaba su risita cruel de jodienda al dar el mensaje que se transmitió a toda la nación, "Y tendremos así el metro más moderno del mundo". Las protestas no hicieron niguna mella. Hicimos paros, huelgas, pero para nada, nada que nos hicieron caso. La modernidad abrió su paso, como debía ser, y el metro de la línea 15, el Especial, que va de la Polanco a City Santa Fe, pasando por Lomas es una cosa de otro mundo, con aire acondicionado, vagón bar, vagónde fumadores y, por supuesto, mesitas profesionales de poquer. Y para nosotros, ni para un albur.


May 22, 2013

La casa roja, de Puri


La casa roja
Purificación Menaya Moreno


La casa roja guardaba un secreto. Todos los chicos del barrio lo sabíamos. Pero ninguno se atrevía a cruzar el umbral para desvelarlo.


Nunca vimos
a nadie
entrar
ni
salir


A pesar de todo, no parecía abandonada: puerta y ventanas como nuevas, cortinas tras los cristales, geranios con flores rojas.

Alguien rompió un cristal de una pedrada, y al día siguiente estaba cambiado.

Aposté ante todos que esa tarde entraría en la casa roja. El beso de Lucía sería mi recompensa: ella me creía un cobarde.

Los cobardes tienen suerte, pensé.


Y abrí la puerta
de la casa roja.

Sin llamar


Baldosas recién fregadas. Me limpié en el felpudo que decía

BIENVENIDO

La casa estaba vacía. No se oía ningún ruido. Si hubiera habido arañas, las habría oído tejer su tela en los rincones. Silencié mis pies sobre las baldosas. No quería despertar a los fantasmas.

La puerta se cerró detrás de mí, sin sonido. Sentí la compañía de ausencias olvidadas. Y aunque en ese momento supe que no podría salir, no tuve miedo.

Solo añoraba el beso que Lucía me había prometido. Tanto pensé en ella que convoqué su presencia. Temblando, Lucía me dio un beso. Yo salí de la casa con el humo de la chimenea

Lucía se quedó allí. Ella es quien friega el suelo. Quien limpia los cristales. Quien riega los geranios. Nadie ha vuelto a verla nunca más.

May 21, 2013

ESCRITOR ANTE SU MUSA EN BLANCO



Siempre la imaginé como una mujer hermosa, inaccesible, a quien solo podía escuchar en susurros al oído. Ayer la descubrí, más visceral que visual: me lanzaba letras que desprendía de mis páginas en blanco.

May 20, 2013

El tiempo

Llueve a cántaros. Las gotas caen hacia arriba, y este cacharro de reloj insiste en caminar hacia delante.

Mar 20, 2013

La esperanza


Una vez destruido el empleo, el gobierno tomó la siguiente decisión para lograr el crecimiento económico: corralito a nuestros ahorros. Por fortuna, el dinero ya lo teníamos en casa. Enfurecidos, aprobaron la ley con la que podían allanar cualquier domicilio sin orden de un juez.
    El dinero que tenemos en el bote de café nos dará diez años de cárcel, diez años de no tener qué preocuparnos por la comida. Solo rogamos por que no decidan convertir las prisiones en campos de concentración y exterminio.

Mar 6, 2013

Chiquilladas

Cada vez que te veo me viene a la mente que de niños jugábamos a que fingías ser villana y yo, héroe. No puedo evitarlo. Nunca olvidaré el sabor del sudor de nuestras luchas, cuerpo a cuerpo hasta llegar a la desnudez total, momento en el que te dabas por vencida y quedábamos tendidos en la cama. Tengo muy presente la tarde en que te mordisqueé el cuello y tú gemiste y una incipiente erección me recorrió. Te mordía con suavidad, tu piel se erizaba en caracoles y entre tus ayes y tus gritos caí en la oscuridad, deliciosa negrura en la que no supe de mí hasta que los golpes de tu padre me hicieron la luz, sentía que moría más por su hocico vociferante que por la dureza de sus puños; la sangre, mi sangre en tu cuerpo, los policías que llegaron y tuvieron que golpear y golpear a tu padre para quitármelo de encima, y tu cuerpo con dos sangres y las salivas rojas de aquellos hombres, mientras que Honky Tonk Woman de los Rolling sonaba una y otra vez. Mira, qué casualidad, han puesto nuestra canción una vez más, ¿jugamos?





Texto a partir de una ilustración de Juanlu para su Concursillo Colaboraciones III.

Oct 4, 2012

Morfogénesis

El resplandor de la luna en el césped agito al conejo. El cazador apuntó con cuidado y disparó./Pero erró, y lo perdió de vista con la sonrisa sonora de la luna y las estrellas. Al otro lado, una niña se perdió y entró de improviso en aquel espacio idílico. /El cazador se asustó al ver aquella sombra, se escondió y esperóa ver qué acontecía bajo la clara luz de la luna. Entonces los arbustos se movieron.

/Y de ellos apareció una pareja vistiéndose rápidamente. Los habían pillado en el mejor momento.Asustados, huyeron pensando que era el padre de ella. /Pero no, no era el padre. Nueve meses después nació una niña blanca como la luna llena y que hubiera sido hermosa sin aquellos enormes dientes de conejo.







Del Taller de Russafa, o de Nicolas del pasado martes 2. Entre varios juegos, jugamos a encadenarnos texto.

Aquí presento el encadenado inciado por mí, y siguieron Nicolás, Ángeles, Ana y lo cerró Elysa. Con / marco el inicio de cada participación. A mí me dvirtió mucho. Espero que al resto, también.

Sep 21, 2012

Descanso

Ayer fuimos al bar el grupo de amigos que solemos ir de juerga al opio todos los sábados.

EL humo diluía y acallaba la conversación de la mesa vecina, una bendición pues solo hablaban de fútbol.

Miguel picaba las bravas por ocio, y les dejaba  unos orificios por donde asomaban sus ojos unos gusanos con reloj.

Gustavo dijo que eso no tenía armonía, y se puso a partir las patatas, para ver la hora.

—¿Pero para qué quieres la hora de un gusano?, le pregunté.

No respondió. Agité mi café, el líquido mojó mi lengua, cerré los ojos y solté el humo. El relajamiento era total, la pipa de un cerámica que me recordaba a la última conversación que tuvimos en el bar, cuando salimos en estampida, porque a Gustavo se le había ocurrido robarle un reloj a un gusano, y todo por la armonía.


imagen: el bar / Roberto Daniel Ballano @ www.artelista


Este texto surgió en el taller de escritura al que nos invitó Nicolás Jarque. Un sitio: un bar, más diez palabras relacionadas, incluido el opio: humo, reloj, armonía, café, conversación, bravas, opio, ocio, amigos, juerga.

Ana ya subió su versión. No hay que perdérsela en su Taller de escritura.

Jul 8, 2012

Vacaciones en la playa

La gente se zambullía con gozo en las aguas de mar libres de tiburones y medusas quemantes, se nadaba con el confort que proporcionaba el mar sin peces, ni corales, ni nada de vegetación marina, mucho menos olas ni caracoles.

Eso sí, tras los cien metos cuadrados de la superficie de mar limpia frente al hotel de lujo, los desechos metálicos conservaban, bajo insoportable silencio, los restos perdidos de la otrora vida marina.




imagen: Petra Acero - Amparo Martínez

May 11, 2011

Décima de segundo

La muñeca consentida juega con las flores de su jardín. "Chica, vete a tu casa, no podemos jugar", le dice conforme va rodando sobre su eje, pero ella sigue sin que al mundo descomunal le interesen los cabellos dorados que parecen sol. La lucha continúa, los gigantes no se cansan, una ráfaga de aire frío corre por las calles mojadas que la han visto crecer; la luz de la mañana entra en la habitación y él, no quiere otra cosa que revolver el tiempo con el café; "¿acaso hay alguien más aquí?", demasiado tarde para comprender: y vuela, va saltando de hoja en hoja, percibe lo cerca que anda de entrar; sigue, rodando sobre su eje, paralelas vienen siguiéndolo, mas ella continúa jugando con las flores de su jardín... algo le dice, pero ella ya no escucha acostada, a su lado sin saber por qué, suspira: "Ahora tú, no dejes de hablar".

i. m. Antonio Vega

El rectángulo

La rata salta sobre el empedrado de mil colores, y los colmillos del perro se aferran a la pierna morada; claro, la ventana está para recibir los rayos de la mañana como cada mañana, y el grito de Rita rodea de rojo las paredes de la habitación, porque Martín no deja de pintar Palacio Nacional en cada una de las páginas del cuaderno que su mamá le regaló, y que se puede ver dentro de un pequeño cuadrito: una mano extendida otorga la paz, y un gato se acomoda en el vientre de la niña rubia y risueña. Realidades pasajeras en cada uno de los albores verdes que atraviesan los cristales de la ventana, enmudecen, se transparentan y las lágrimas no pueden evitar resbalar por la mejilla de la rata... corre, el miedo, el cine vibra: el tremor de las explosiones iluminan la esquina derecha y unas cuantas luces destellan en el gato. La pierna... continúa aprisionada, por todo el tiempo que la tela soporte colgada al sol, a las sombras, y sobre todo, a las miradas. Ojos de gato y perro apuntan al cielo en distintas esquinas. Nada se mueve, todo se discurre y el libro emana letras, los estruendos de la película no dejan de cortar, pero acaso, hasta lo más bajo de todo en la dirección de la mentira, se encuentre con una rasgadura, pero el tiempo se diluye de nuevo con el color verde, se eleva como una voluta y el cigarrillo, del otro lado, no está en una mano ni en otra, sólo la pierna sin perro, lejos de donde el sol penetra y se cuela en los ojos; el gato, el perro inmóviles y la rata entre sus colores pisa unas letras breves que semejan kandinski, acaso.



imagen: st/Enrique Mario Federico @ www.artelista.com

May 5, 2011

Personnage


—Voy por cigarros, le dijo a sus hijos.

Estaba ansioso por probar la nueva marca, la nueva personalidad. Sin poder resistir más, encendió un cigarrillo, y luego otro y otro quedando envuelto en una nube azulada gris absorbente, nube purificadora: albor paulatino en el alma y la piel, estilismo en la figura, cara inflamada de satisfacción —una estrella de tres líneas, y los tres puntos de sus facciones así lo demuestran—, las risas de los niños y el juego con el fantasma suyo dignificaban la presencia adquirida.


imagen: Personnage/Joan Miró

May 3, 2011

Despertar

Afrodita ha amanecido con las medias de seda atadas en la cabeza conteniéndole la resaca del éxtasis de anoche. La vista cae en el buró y le sonríe lacónica a la fría cuchara y a la hipodérmica. La entropisinitina intravenosa le ocasiona aquellos placeres que sólo su piel puede percibir y que, por supuesto, ningún hombre podría darle, aun cuando la pudiera ver. Piensa que es una lástima que ni siquiera su dignidad divina la libre de los efectos secundarios de la maravillosa droga, y se desliza de nuevo entre las sábanas. El día aún brilla en el Olimpo.















imagen: mujer con turbante y vela/Juan Ardohain @ www.artelista.com

Mar 25, 2011

un houdini mejicano

camina sigiloso por bardas
salta el cerco
silencio
solitario
oscuridad

la luna creció un poquito

—toc toc toc
—¿quién?
—¡la polecía! date preso ¡te tenemos rodiado!
—¡ay..., en la madre!
—anoche olvidaste el puñal en la cama de la mujer...



¡extra extraaaaa! escapó ladrón asesino por tunel en su casaaaaa... la policía nomás se quedó con un puñal... ¡extra extraaaaa!



imagen: Ciudad III/Oscar Campos @ www.artelista.com

Mar 18, 2011

El clavado perfecto

a Laurel

Años de preparación. En la plataforma, las manos arriba, erguido, los talones levantados, se impulsa. Salta al vacío, gana la vertical, toca las aguas, su reflejo emerge de ellas, gana el aire sin salpicar una gota y el estruendo de las palmas premia el esfuerzo.








imagen: Circo clavadista / Matías Montero Lacasa @ www.Artmajeur.com

Jan 10, 2011

Una aventura navideña en el D. F.

El anuncio del periódico le iluminó el rostro. La inmortalidad le sonreía desde las letras. Era posible. Pensó que necesitaba solo realizar un esfuerzo y escribir un cuento navideño con vampiro. Clavado a sus más oscuros deseos, narraría cualquier cosa extraordinaria y el resto vendría por sí mismo.

Nochebuena, el momento ideal para capturar la historia. Se colocó la capa roja con bordes blancos, cuello rígido, y se dirigió a la ventana para salir a la calle. No. Se detuvo. Eso resultaba muy ordinario. Mejor saltar por la puerta al frío de la noche sin luna.

¿Volar? Le pareció una posibilidad lejana para iniciar su aventura vampírica, y acudió a la parada en el Eje Central.

Bajó en Garibaldi y se internó en las calles que rodean a la Plaza. Un bate surgió de una esquina, dirigido a su cara. Logró esquivarlo gracias a sus felinos reflejos. La fuerza de sus puños, la elasticidad de su cuerpo y los conocimientos en artes marciales pusieron fuera de combate a los tres hombres en un santiamén. Antes de una reacción de ellos, se alejó rumbo a casa.

Tenía algo digno de contar. Solo necesitaba la causa, pero ¿qué otra cosa mejor que la extraordinaria pobreza? Con esto en mente, escribió su “Aventura navideña en el D. F.”:

“En un oscuro callejón, el vampiro fue atacado a palos tras ser confundido con un noble conde o un barón de alcurnia. El primer golpe le saltó los dientes por los aires. Ya sin defensas, le pegaron a discreción, y con saña porque no le encontraron ni una moneda en los bolsillos. Su inerte cuerpo amaneció bajo las cajas de cartón con las que hubiera querido ocultarse de la mortal luz que lo aniquiló”;

y aquella misma Nochebuena lo envió a Marcial, Gerardo y Leo, jurado del concurso navideño de aquella temporada.

Estaba feliz. Su historia sería ganona y con ella obtendría la inmortalidad. Sin embargo, una pequeña ayuda no le vendría mal a su suerte, y las siguientes noches se las pasó detrás de las ventanas de los señores jurados.

Desde ahí leyó todas las historias y supo que su cuento no tenía posibilidad alguna de ganar. No entendían la soledad del ser eterno, por lo que pensó que debían conocerla antes del dictamen final.

Así, el día de Reyes, los esperó, uno a uno, a su llegada al local de las premiaciones y uno a uno les transmitió la sensación de la eternidad: uno a uno los convirtió en vampiro, y ganó.

Al recibir su premio comprendió que el reconocimiento no lo proporcionaba una botella de excelente whisky escocés. No. Quizá un poco de olvido sí, pero inmortalidad, jamás.

Con el mareo de su trofeo, se fue solo a casa con los libros bajo el brazo. Le consolaba la idea de que las artes plásticas bien le podrían pintar el camino para deambular en la memoria de los hombres.

Nov 6, 2010

Cronogen





















I
Herer Calir tiene tres días de profunda concentración en el centro de un triángulo imaginario formado por una columna de piedra en cada vértice. La disposición queda perfecta en un círculo arenoso de diez metros de diámetro, y la altura de cada columna no excede la de una persona promedio.

Una fina lluvia ha cerrado veinticuatro horas de duración cuando un rayo se cuela entre las columnas y pulveriza el cuerpo de Herer Calir. El silencio retorna a la sima del Monte K-8. La lluvia ha cesado.

II
Nadie pudo explicar cómo logró penetrar el rayo hasta la parte más baja del K-8 sin tocar alguno de los grandes árboles que pueblan la montaña.

Se realizaron sesiones múltiples de histógrafos para encontrar la causa; todo indicó que Herer Calir no percibió su propio fin. Sin embargo, Herer legó una gran historia de la humanidad.

III
El conocimiento de los histógrafos data del antiquísimo I Ching. Desde entonces era sabido que se requerían 64 combinaciones de los yang y los yin para tener el significado de un instante. Dos instantes contiguos requerirían 4096 combinaciones.

Un instante atrapado por el pensamiento es un recuerdo y un histógrafo es capaz de encontrar las combinaciones que determinan el recuerdo de una persona y de aquí revivir ese instante; reconstruir el instante, según el término técnico más apropiado. En otras palabras, los histógrafos logran rehacer el tiempo en su movimiento real a partir de los recuerdos de las personas.

Sin embargo, debido al gran número de combinaciones que implica una cadena de recuerdos, extraerlas resulta una tarea que requiere una gran número de histógrafos formados en una espiral nautilo*, colocando en el centro al mejor del grupo de la sesión.

IIII
Herer Calir, más conocido como Cronogen, fue centro de sesiones de histógrafos desde su adolescencia. A los veinte años logró realizar la primera sesión histográfica con un histógrafo solo. Si bien era una actividad agotadora para cualquier histógrafo, a Cronogen le resultaba como un paseo en el parque. Muy pronto fue claro que Herer traía en sus genes la reproducción del tiempo a partir de los recuerdos lejanos.

V
Las sesiones histográficas requieren que los histógrafos estén cerca de las personas con los recuerdos que se desean rehacer, y normalmente se colocan también en el centro de la sesión. Cuando se tienen que reconstruir hechos y no hay personas con recuerdos, se realiza una sesión múltiple; sesión compuesta de varias espirales nautilo, para retomar el tiempo a partir de los recuerdos que aún flotan en el ambiente. La noción de recuerdos flotantes tiene su fundamento de que cada persona deja una estela con las características de su ser. Así, una vez establecida esta estela, se disponen las espirales a lo largo de ella. Resulta claro que a medida que transcurre el tiempo, la estela se va desvaneciendo y el tiempo encerrado ahí se va debilitando hasta que es casi imposible rescatarlo.

VI
Si bien ‘casi imposible rescatar’ resultaba imposible para los histógrafos comunes después de cuarenta y ocho horas de ocurridos los hechos, para Cronogen esto no era un gran impedimento, y llegó a reestablecer el tiempo de hechos que habían transcurrido un centenar de años atrás.

VII
Justo el día que Cronogen cumplió los treinta, se fue a la plaza Cron que él había mandado construir en las afueras de Tempos Un, en el Monte K-8. Cada una de las columnas tenía un significado del movimiento del tiempo. Una de ellas significaba el pasado, otra el futuro y la tercera representaba el punto donde el universo nacía y moría: un mismo instante, según las explicaciones de Cronogen.

VIII
Cronogen despegó junto con el amanecer de su cumpleaños. Inmediatamente se apoderó de los recuerdos de las personas Tempos Un, su ciudad natal. La palidez cósmica de su piel se acentuó mortecinamente. Sus finos labios se movían en una especie de rezo ininteligible. La piel pegada firme a sus huesos apenas si expresaba el movimiento de sus músculos. La posición de loto modificada denotaba una comunión con el universo.

IX
En cosa de un par de horas, Cronogen conocía la vida de toda la ciudad. La verdad de todos los rumores se conoció días después a través de las sesiones múltiples realizadas para reconstruir sus últimos recuerdos. Una vergüenza intensa se apoderó de todas las personas de Tempos Un. Quisieron detener las sesiones múltiples para que no se supiera más de los secretos de la ciudad. Sin embargo, esto no se aceptó y se continuó con el reconocimiento de la última aventura de Herer, a condición de que no se hiciera pública la verdad.

X
A las cinco horas de iniciada la última sesión histográfica de Cronogen, ya había recorrido más de la mitad de la historia de la humanidad. Por ejemplo, presenció sin gran problema la primera vez que se arrojaron las bombas nucleares en dos pueblos, ahora extintos, de una cultura que contribuyó fuertemente con su filosofía a la conformación de las histografía.

El cuerpo de Herer parecía perlado de un fino sudor. Nada más alejado de la realidad. Tantas desgracias le hacían llorar a lo largo de toda la piel. La piel, el órgano por el que veía los recuerdos de las personas.

La contribución más grande a la histografía fue el mecanismo de apropiación de personas que estuvieran vivas en los recuerdos. Con este mecanismo, la metarretrasncepción, se localizaba a una persona en el pasado y se le realizaba una sesión histográfica para recuperar el tiempo capturado en sus recuerdos. De esta manera, Cronogen se movía con velocidades cada vez más vertiginosas hacia la reconstrucción temporal del pasado. Pasado que ahora está completamente documentado en el museo histográfico.

XI
A las veinticuatro horas de su partida, Cronogen regresó a su presente y se mantuvo tratando de encontrar la forma de saltar al futuro, ya fuera un segundo adelante, sólo un segundo. Sus esfuerzos resultaban infructuosos y su piel lloró de nuevo.

Reinició su vuelo al pasado. El tiempo era todo suyo hacia atrás, hacia lo conocido por conocer. Esta vez se detuvo con unos personajes oscuros, escurridizos, porque le era muy difícil obtenerles sus recuerdos. Quizás estas personas no tuvieran recuerdos. En un esfuerzo supremo logró penetrar a los recuerdos de un señor viejo de largas barbas.

Aquí le vino un mareo intenso, porque los recuerdos de este señor eran como un mar en una intensa tormenta. Cronogen se sentía arrojado de un sitio a otro, no podía establecerse en un tiempo fijo.

El primer instante que pudo fijar sin problema contenía la caída de un rayo sobre un joven delgado sentado, en una posición de loto modificada, en medio de tres columnas de piedra, que se servían como vértices de un triángulo inscrito en un círculo de diámetro de diez metros: su muerte.

Este instante más que inquietarlo, le dio la mayor de las felicidades que pudo haber sentido en toda su vida. El oscuro personaje de barbas largas no contenía recuerdos, sino que tenía visiones del futuro, era uno de los llamados profetas.

El resto fue sencillo para Cronogen. Le bastó encontrar a los profetas y reconstruir el tiempo de sus visiones. De ahí ahora utilizaba la metarretrasncepción en las personas del futuro de la visión profética, y reconstruía el pasado de esa persona del futuro, ese pasado que no era otra cosa que el futuro de Cronogen.

La fortuna de reconstruir el futuro al viajar al pasado puesto en otro futuro más lejano, tenía la desgracia de que se perdían las relaciones causales de los hechos reconstruidos, tal y como se expresó en el desconcierto de los histógrafos al tratar de recuperar los recuerdos del futuro reconstruido por Cronogen.

XII
Poco antes de la caída del rayo en Cronogen, su cuerpo transpiró llanto de nuevo, llanto imperceptible por la fina lluvia que tenía casi veinticuatro horas cayendo: ccababa de reconstruir el momento final de la humanidad.

Quien posee el tiempo es dueño de todo. Herer Calir tenía tanto tiempo en su poder que finalmente dio el salto al punto aquél donde el universo finalizaba e iniciaba.

Conforme sonreía al ver la certeza de su teoría, una inmensa luz se apoderó de él. El universo se rebelaba contra el poderío atemporal de Cronogen.

La luz le impidió ver sus propias cenizas suspendidas en el infinito universo al momento de su muerte-nacimiento, instante situado justo arriba de la columna que había marcado para ello en su Cron. Silencio absoluto... la lluvia había cesado.


__________________________

* El nombre nautilo se retoma del caracol fósil conocido como nautilo o nautilius. Si se parte de dos recuerdos que diremos que tienen número 1 cada uno, el siguiente recuerdo será 2, por ser la suma de los dos primeros recuerdos. Al cuarto recuerdo le corresponderá el 3, que es la suma del 2 y el 1. El siguiente recuerdo será el 5 que es la suma del 2 y el 3, luego seguirá el 8, suma del 3 y el 5... El caracol nautilo crece formando una espiral. Esta espiral la podemos reproducir de manera proporcional a los números de crecimiento de los recuerdos. De aquí que los histógrafos deban adoptar este tipo de espiral en sus sesiones.

Dec 17, 2008

Reflejamiento

Pero, en realidad, existía dentro del vidrio.




















imagen: Espejo / luis reynel jiménez @ www.artelista.com

Oct 29, 2008

El espejo desierto

Sueñas...

            Camino entre los pequeños matorrales del desierto. El sol se siente fresco. Más bien una fresca brisa golpea los arbustos, juega con mi cabello, ondula la resolana. Cierro los ojos y aspiro humedad.

            La mancha terrosa en el azogue tras el cristal no impide que el yo virtual sonría ante mi cara de desconcierto. La habitación es una ruinosa oscuridad antigua. Los muebles se mueven intactos en ella. La silla tiene la forma de una cama, y la cama se ha deformado en una mesita con despertador de números anaranjados. Acomodas los cabellos, sonríes y te miro. De la almohada surge música de letanía y ensueño.

            Los rayos caen verticales en la cúspide de la pirámide, resbalan sobre los cuatro triángulos y se sumergen en la arena. La luna muestra magnífica su calidad reflexiva, catarata sobre la vieja construcción, sonrío detrás como conejo.

            Mis pasos se diluyen entre la arena. La dificultad crece, y a lo lejos, desde un sitio incierto, grita algo que me recuerda al agua: desierto con pequeñas plantas casi secas, un murmullo crece y evoca música de alegría. Bailo.

            Nada más incierto que la mancha terrosa...

            Sólo es un instante: la luz aprisiona la pirámide y la levanta con toda su raíz. Semeja la vida subterránea de un hongo, miles de cámaras secretas cuelgan como sarcófagos muertos. Si un ataúd muriera, así lo sentirías. Lo percibes y respiras tu propio temor en forma de humedad que imaginas en medio de un desierto.

... el cabello juego juega antojadizo tras ella...

¿Recuerdas haberme besado mientras tu mano acariciaba mi cabeza?

            El sol. El nuevo sol gira sobre mí. Tengo la seguridad de que el desierto es una alucinación. A lo lejos las olas se levantan. El panorama gira mientras corro. Las olas surgen desde cualquier punto, siempre a lo lejos, muy lejos, sin lograr alcanzarme. Por más que corro están allá, fuera de mí, fuera de alcance, pero muy cerca.

..., la mancha se mueve caprichosa ante tu mirada: adonde la fijas camina, y yo en el centro de todo.

            Es sólo un instante, pero basta para escuchar el tamborileo de la arena en la almohada, letanía y ensueño. Las raíces de la pirámide sobre tu cara se sacuden nerviosas, con vida propia, sin llegar a tocarte, pero lo hace la música desde la almohada.

            El enorme espejo de la habitación ruinosa tiene cuatro protuberancias de oro en sus esquinas. Semejan pequeñas pirámides que se encienden, al menos ante el resplandor que las toca.

—¡Un rayo! ¿Lo fotografiaste?

            Es el nuevo sol que cruzó por un instante nuestra habitación solitaria.

            Por más que huyo no llego a las enormes olas del mar. Vienen veloces de todas partes y no me atrapan: Enormes fauces que no terminan de engullirme. Corro. Un rayo cruza el cielo, la tierra trepida, la luz disminuye, llueven piedras a mi alrededor. Me cubre una nube de ataúdes que se sacuden la tierra, y una pestilencia pútrida lo invade todo.

            Ciertamente la habitación tiene años de abandono. La humedad se apoderó poco a poco de las cortinas, las maderas, el suelo y del espejo hasta cercarlo en una mancha terrosa.

Se dice que somos nuestra propia muerte, ¿lo puedes creer?

            El tamborileo crece en intensidad. No proviene de la almohada. La lejanía te lo indica. Tampoco tiene un ritmo. Más bien semeja un toc toc toc sobre una puerta.

            Abro los ojos en la penumbra. El desierto es un fino polvo que me los hiere. Los cierro de nuevo y escucho el toc toc toc de piedras que golpean la arena sin tocarme.

            Abres los ojos con sobresalto, los abro también. Sacudimos la cabeza. Me ves, te miro. Tu cara tras la mancha terrosa es de desconcierto y no puedo evitar reír.

... sueñas.

Abres lo ojos en la nueva luz. Miras hacia la mesita y los números naranja del reloj te parecen pálidos. Suena el timbre y lo desactivas con una suave presión sobre él. Te vistes frente al espejo y sales a caminar el nuevo día. El desierto brilla como nunca, y aspiras la humedad de mar cercana.

Aug 19, 2008

la historia del perro que se muerde la cola

entró al bar y pidió una ronda de tragos para él
bebió nostálgico y al terminarlos salió en chinga del lugar

al llegar a la esquina recordó que había olvidado algo y regresó

entró al bar y pidió una ronda de tragos para él
bebió nostálgico y al terminarlos salió en chinga del lugar

al llegar a la esquina recordó que había olvidado algo y regresó...










imagen: Sin titulo 150808 / antonio j obrero dominguez @ www.artelista.com